
Más de alguna vez habían cruzado sus miradas en aquel bus durante las frías mañanas de aquel invierno. Ella siempre vestía de colores oscuros y decoraba sus ojos con los colores de su ropa, que no hacían más que resaltar sus ojos de color azul a la vista del resto. Él por su parte, era todo un caballero de traje que día a día se trasladaba por toda la ciudad para llegar a aquel trabajo que tanto le desagradaba. Si alguien pudiese describir aquella imagen diría que el amor se notaba en la piel de ambos, pero increíblemente jamás habían cruzado más palabra que un tímido "¿Me das permiso por favor?" cuando uno de los dos quería bajar del bus al llegar a su parada.
Así pasaban los días y sobretodo aquellas mañanas, mientras ambos prometían que al siguiente día se hablarían para al menos saber el nombre del otro. Sin embargo, ese día nunca llegaba y los días, semanas y meses comenzaron a pasar y el invierno de a poco comenzaba a extinguirse para dar paso a la vida, la primavera.
Curiosamente, en todo ese lapso de tiempo ambos habían cruzado algunas palabras con desconocidos en el bus, pero algo había que les impedía poder comunicarse entre ambos para preguntar por algo tan simple, como era saber el nombre de la otra persona.
De a poco las mañanas comenzaron a ser menos frías y cada vez el sol salía más temprano tras los cerros, las caras de apatía se transformaban en simpatía y los que solían irse durmiendo en el bus de a poco comenzaban a estar más despiertos. Ambos sabían que el verano se acercaba y que debían hablarse pronto para poder entablar conversación antes que se interrumpiera aquella magia, pues ninguno sabía si al año siguiente seguirían coincidiendo en aquel bus.
Era tan absurdo no hablarse que muchos de los amigos de ambos (que ya sabían de la existencia de la otra persona por los relatos que ambos les daban) no encontraban nada mejor que hacer burlas de aquello y estimar que el no hablarse era sólo una cosa de niños inmaduros.
No obstante, la -digamos- "valentía" se posó sobre él un día lunes y le hizo prometerse a si mismo que aquel día le preguntaría a aquella hermosa mujer su nombre, él se sentía nervioso pero confiado porque sabía que ella le respondería y podrían entablar una conversación. Sin embargo, las personas disponen y el destino (para no molestar a aquellos no creyentes que evitarían llamarlo "Dios") decide...y de que forma lo decidió aquel día. Lo que ocurriría sólo podía pasar en la peor de las historias...
Aquella mañana él salió como de costumbre camino hacia la parada del bus donde lo abordaba, pero para llegar ahí debía caminar bastante por lo que para evitar aburrirse y olvidarse de los nervios, decidió poner en sus oídos música agradable.
Comenzó a caminar como aquel niño que sabe que existe una recompensa de su agrado al hacer una tarea que se le asigna. Además y como hace mucho tiempo no le ocurría, aquellos nervios significaban no sólo cruzar su mirada con la de ella, sino que también hoy significaban "El Gran Día Gran"...al fin podría escuchar los delicados tonos que debían salir de la perfecta y delicada boca de aquella hermosa mujer en una conversación. Se moría de ganas por saber en que trabajaba, donde vivía, si tenía hermanos o hermanas, amigos y por sobretodo, si estaba soltera.
En unos pocos minutos llegó a la esquina, su cara estaba sonriente y la música sonaba más agradable que de costumbre y hacía que él perdiera noción de lo que estaba ocurriendo en aquel momento en el mundo completo. Piso el pavimento y olvidó algo, algo tan simple que desde que se le fue enseñado jamás había dejado de hacer, mirar a los costados.
Aquella mañana esa esquina no sólo estuvo rodeada de personas que iban al trabajo, universidad o a la escuela. También estuvo rodeada de policías, paramédicos y una ambulancia, los cuales no fueron suficiente para ayudar a un hombre a hacer realidad un plan que sólo podía ser realizado aquel día, el día en que aquel conductor no pudo evitar desviar su trayectoria e hizo que una mujer por primera vez en mucho tiempo, extrañara un par de ojos que mostraban preocupación por lo que a ella le ocurría.
Del hombre sólo se supo que falleció casi inmediatamente pero extrañamente lo hizo con una sonrisa en los labios, como expresándole al mundo que ese día iba a ser probablemente uno de los más felices en su oscura vida. Murió feliz y sin siquiera haberlo vivido completamente.
Música para degustar: "You can't put your arms around a memory"
Así pasaban los días y sobretodo aquellas mañanas, mientras ambos prometían que al siguiente día se hablarían para al menos saber el nombre del otro. Sin embargo, ese día nunca llegaba y los días, semanas y meses comenzaron a pasar y el invierno de a poco comenzaba a extinguirse para dar paso a la vida, la primavera.
Curiosamente, en todo ese lapso de tiempo ambos habían cruzado algunas palabras con desconocidos en el bus, pero algo había que les impedía poder comunicarse entre ambos para preguntar por algo tan simple, como era saber el nombre de la otra persona.
De a poco las mañanas comenzaron a ser menos frías y cada vez el sol salía más temprano tras los cerros, las caras de apatía se transformaban en simpatía y los que solían irse durmiendo en el bus de a poco comenzaban a estar más despiertos. Ambos sabían que el verano se acercaba y que debían hablarse pronto para poder entablar conversación antes que se interrumpiera aquella magia, pues ninguno sabía si al año siguiente seguirían coincidiendo en aquel bus.
Era tan absurdo no hablarse que muchos de los amigos de ambos (que ya sabían de la existencia de la otra persona por los relatos que ambos les daban) no encontraban nada mejor que hacer burlas de aquello y estimar que el no hablarse era sólo una cosa de niños inmaduros.
No obstante, la -digamos- "valentía" se posó sobre él un día lunes y le hizo prometerse a si mismo que aquel día le preguntaría a aquella hermosa mujer su nombre, él se sentía nervioso pero confiado porque sabía que ella le respondería y podrían entablar una conversación. Sin embargo, las personas disponen y el destino (para no molestar a aquellos no creyentes que evitarían llamarlo "Dios") decide...y de que forma lo decidió aquel día. Lo que ocurriría sólo podía pasar en la peor de las historias...
Aquella mañana él salió como de costumbre camino hacia la parada del bus donde lo abordaba, pero para llegar ahí debía caminar bastante por lo que para evitar aburrirse y olvidarse de los nervios, decidió poner en sus oídos música agradable.
Comenzó a caminar como aquel niño que sabe que existe una recompensa de su agrado al hacer una tarea que se le asigna. Además y como hace mucho tiempo no le ocurría, aquellos nervios significaban no sólo cruzar su mirada con la de ella, sino que también hoy significaban "El Gran Día Gran"...al fin podría escuchar los delicados tonos que debían salir de la perfecta y delicada boca de aquella hermosa mujer en una conversación. Se moría de ganas por saber en que trabajaba, donde vivía, si tenía hermanos o hermanas, amigos y por sobretodo, si estaba soltera.
En unos pocos minutos llegó a la esquina, su cara estaba sonriente y la música sonaba más agradable que de costumbre y hacía que él perdiera noción de lo que estaba ocurriendo en aquel momento en el mundo completo. Piso el pavimento y olvidó algo, algo tan simple que desde que se le fue enseñado jamás había dejado de hacer, mirar a los costados.
Aquella mañana esa esquina no sólo estuvo rodeada de personas que iban al trabajo, universidad o a la escuela. También estuvo rodeada de policías, paramédicos y una ambulancia, los cuales no fueron suficiente para ayudar a un hombre a hacer realidad un plan que sólo podía ser realizado aquel día, el día en que aquel conductor no pudo evitar desviar su trayectoria e hizo que una mujer por primera vez en mucho tiempo, extrañara un par de ojos que mostraban preocupación por lo que a ella le ocurría.
Del hombre sólo se supo que falleció casi inmediatamente pero extrañamente lo hizo con una sonrisa en los labios, como expresándole al mundo que ese día iba a ser probablemente uno de los más felices en su oscura vida. Murió feliz y sin siquiera haberlo vivido completamente.
Música para degustar: "You can't put your arms around a memory"