"Debe haber algún lugar del mundo
donde un vivo y un difunto puedan conversar en paz.
Sin temer a las explicaciones
que hablan de otras dimensiones que nunca supe encontrar...
Debe haber algún lugar del mundo
donde todo sea libertad.
Donde pueda abrazar a ese amigo
que se me quedó dormido una mañana...tiempo atrás"
Es difícil siempre hablar de quien ya no está, de quien abandonó este lugar de paso y en donde además -querámoslo o no- reina el sentimiento de adorar lo que ya no está o no nos pertenece. Es también difícil hacer justicia de quien no conocimos bien y simplemente obtuvimos leves pinturas sobre un óleo pálido y vacío pero más difícil es, cuando a quien queremos hacer un tributo no nos puede decir con sus palabras lo que piensa de nuestros actos o la forma en cómo llevamos a cabo nuestras decisiones.
Dos años atrás y viviendo parte de mi vida en un país lejano y diferente viví probablemente la experiencia más triste y difícil que un ser humano que cree en la amistad puede vivir. Hace 2 años sólo pude hacer una llamada que debió sonar fría y oscura en una tragedia aún más lúgubre y donde sólo atine a decir "fuerza" y prometí algo que hasta el día de hoy no he cumplido, no por no querer hacerlo, sino más bien por no tener la confianza a ser testigo de un llanto que hace mucho está contenido.
Hace años y cuando todos teníamos un futuro más que prometedor en las distintas opciones que la vida nos entregaba, juramos y recontra juramos que nos mantendríamos unidos sin importar las consecuencias y es ahora, en donde difícilmente mantenemos contacto me pregunto en qué quedó dicha promesa. Quizá quedó en eso, sólo una promesa.
A veces, cuando trato de ponerme en los pantalones de alguien que sufre a diario pienso en si sería capaz de resistir semejante pérdida y a lo único que llego es a pensar en que probablemente si sobrevivo una parte de mi moriría, así como probablemente lo hizo una parte de él. Sin escatimar en elogios hacia su persona, debo decir simplemente que lo admiro.
Hoy para él ya no existe ni la fe ni un dios en quien refugiarse y no lo culpo, pues en un mundo en donde todo funciona mal (o más positivamente no funciona) es prácticamente imposible suministrar dosis de fe a un dios que al parecer se ha olvidado de que existimos y ha permitido que en nuestro espíritu primitivo sólo sea válido el hecho de querer imponer nuestra subjetividad y el hecho de querer sentirnos los dueños de todo. Es por esto y un sinfín de cosas por las cuales jamás algunos podrán notar que la mayor parte de las cosas no mejoran orando sino que actuando y cambiando nuestra forma de ser, lo que incluye evitar el egoísmo para así lograr una sociedad en donde la cooperación y el beneficio colectivo sean lo primordial.
Mi amigo se quedó dormido y su hijo le pidió a ese padre celestial que no lo escuchó que dejara a su padre en vida sin importar las condiciones en que lo hiciera, aunque esto fuese considerado por todos como una forma indigna de mantener una débil llama dentro de un huracán. Yo lo entiendo, sin importar el hecho que aún no he perdido a nadie, a excepción de mi can que -aunque a quienes no hayan desarrollado el amor hacia los animales no entienden- aún extraño y lloro.
Amigo de mi amigo aún te extrañamos...ojalá te hubiese abrazado más fuerte la última vez que te vi y te hubiese agradecido por el techo que nos brindaste en días fríos de charlas filosóficas amenizados con alcohol.
Música para degustar: "En algún lugar del mundo"