domingo, abril 24

Invierno


El primer signo de que el invierno ha llegado es que se me empiezan a enfriar las manos y los pies sea el lugar y la hora que sea. No sé por qué sucede esto pero me avisa que lo más difícil del año está por comenzar. No obstante, me agrada saber que llegando otro invierno más, me es más necesario sentir sus dedos entrelazados con los míos y que el calor que su boca y cuerpo emanan me hacen más fácil llevar a cabo mis odiosas tareas diarias.
A ella le creo todo y me fascina que junto con todas sus frases complejas y extraídas de mundos que no conozco me hagan reflexionar sobre el universo que hemos comenzado a construir en base a sueños y realidades en conjunto, tal como lo hicimos desde un comienzo cuando aquella broma se convirtió en la más dulce y hermosa realidad. Y hablando de realidad, desde hace un tiempo es que la veo de manera diferente, con tintes de color rojo pasión y verde esperanza. Es extraña la vida, pues hoy un año atrás vivimos una situación difícil, triste y obscura que de a poco hemos podido superar pero que sin lugar a dudas nos ayudó a comprender que si bien lo que menos se necesita en esta vida es entenderla, lo más importante es disfrutarla, aunque sea un trago amargo y eterno.
Hace poco menos de un año te dije que no te dejaría y un año más tarde aún confirmo mi declaración, pues sin ti la monotonía y la amargura de vivir una vida sin destino me traerían consigo la inevitablemente causa de una nueva agonía.
Te amo y deseo que pronto llegues para saber cómo estás y especialmente poder entrelazar nuestros dedos para no sentir el frío de un nuevo invierno que se avecina.

Música para degustar: "I won't be long"


martes, abril 19

Santiago


Santiago te asfixia y si no estás preparado comenzarás a odiarla tan pronto como cuando empiezas a vivir el siguiente día sin terminar el presente. Es como esa sensación de derrota, pena y miseria que miles de personas llevan a diario en el metro o en los buses de la locomoción colectiva, quienes no tienen más alegría que vivir esperando el siguiente fin de semana.
Hoy se viven tiempos difíciles, tal como lo han hecho todas las generaciones anteriores a la nuestra. Y nosotros, a pesar de tenerlo todo en comparación a ellos, no tenemos valores o principios por los cuales realmente valga la pena dar la vida, pues si no tienes una etiqueta con un precio en ella, prontamente esa máquina llena de dientes afilados que te obliga a levantarte día a día en esas frías mañanas se encargará de que lo tengas. Por lo visto, hoy por hoy ya ni siquiera los árboles mueren de pie.
Recuerdo mi niñez donde deseaba ser un bombero y todos me decían que con eso era imposible poder dar de comer a una familia, ya que era un trabajo voluntario. Sin embargo, la vida en su forma irónica e incomprensible me puso hoy en un trabajo donde soy horriblemente malo pero donde recibo dinero a cambio hacerlo -que dicho sea de paso es necesario mencionar que no es tan poco. Por otra parte, leer, escribir, escuchar música, tocar música y pensar -mis hobbies favoritos- son disfrutados a diario sin recibir un sucio peso a cambio. Pareciera ser como una macabra ley "Mientras más des menos recibes".
Volviendo a Santiago te encuentras con moles de acero, calles grises y luces de artificio, cuyos únicos árboles se visten con grandes marcas y usan exactamente el mismo modelo que otras 50.200 personas más. Entre las coloridas tenidas del capitalismo y las grises prendas del comunismo pareciera que realmente no hay mucha diferencia.
Volviendo a ti Santiago y olvidando tu obscuridad, tu estilo asfixiante, delincuente y asesino, aún puedo decir que existe algo que de ti me agrada, aquello que tiene nombre de mujer, que mira tras espejos con marcos negros y que me espera cada lunes y viernes afuera de la estación del metro con una hermosa sonrisa y brazos abiertos.

Música para degustar: "Tell all the people"