domingo, julio 18

Actores


Los profesores somos buenos actores -¡Ojo! buenos actores, no necesariamente buenos profesores- porque siempre al estar frente a nuestros alumnos debemos tratar de olvidar cualquier estado de ánimo o situación que estemos enfrentando, pues nuestra misión es fomentar el aprendizaje a nuestros educandos para que ellos con dicho "aprendizaje" -bastante deficiente la mayor parte del tiempo- lo incorporen a sus quehaceres diarios.
Nuestra labor es diariamente menospreciada socialmente por una sociedad cada vez más decadente, consumista e hipócrita, que busca muchas veces culpar de su fracaso a la educación barata que recibió en su formación, por lo que debemos asumir que los empresarios ladrones, los políticos corruptos, los delincuentes de cualquier índole y los ciudadanos incapaces de llevar a cabo labores tan básicas como arrojar un papel al basurero, son el resultado directo de los "valores" que recibieron en su lugar de estudio, pues generalmente a pesar de considerar que "la familia" se encuentra en una crisis moral enorme, la sociedad sigue exclamando que la escuela es la que debe formar a aquellos seres que se ubican en pupitres tan deformes como ellos.
Mis alumnos no son tan similares a niños o adolescentes, es más son los estudiantes que todo profesor desearía tener debido a su motivación por aprender lo que les enseño. Sin embargo, a menudo me enfrento a quienes consideran que por haber pagado una cantidad de dinero no menor deben recibir no sólo conocimientos, sino que además debo resolverle sus problemas que no les permitieron poder cumplir con las tareas que ellos mismos estuvieron de acuerdo en recibir. Es ahí cuando mi espíritu inconformista y rebelde trata de salir a encararlos y preguntarles "¿Y qué quiere que yo haga?". Aún no sale a flote aquella pregunta y quizá es por eso que aún no me mandan a la calle.
Los profesores somos menospreciados no sólo por la sociedad, sino que también nosotros mismos al no decirle a nuestros alumnos que cuestionen lo que les decimos, ya que con ello podríamos perder de cierta forma el grado de autoridad si es que no somos capaces de responder con claridad a preguntas que muchas veces son básicas. También contribuimos al trabajar en instituciones cuya "misión" y "visión" es enormemente diferente a la nuestra pero que por recibir un sueldo un poco mejor que el que recibiríamos en la educación de "todos" nos comimos nuestros "principios" y dejamos de poder llenarle de ideas progresivas a niños con mentes relativamente vírgenes y cuyos padres han hecho poco o nada por entregarle alimentos intelectuales. Ahí es cuando al final pensamos que nos pagan por enseñar y no por "educar".
No soy partidario de una educación igualitaria para todos pues creo que no todos tienen el nivel intelectual que se necesita para desarrollar ciertas labores, aunque eso hoy en día da lo mismo debido a que palabras como vocación, capacidad, promoción social y el concepto de "tú puedes" son mezclados por la gran batidora del proceso económico que vivimos y que permite que incrédulos con sueños de grandeza y deseosos de poder conseguir un trabajo que económicamente les convenga (para llevar a cabo sueños que deberían ser derechos) paguen lo que sea en centros de estudios carentes de calidad, que afloran día a día sin siquiera demostrar que merecen existir.
También es lamentable que los puntajes nacionales de una prueba absurda, clasista y moralmente injustificada como lo es la "PSU" siempre opten por carreras como medicina, ingeniería comercial o derecho en vez de estudiar artes, alguna carrera técnica o incluso pedagogía (para seguir desmereciéndola), pues estas últimas no generan dividendos. Sin embargo, artistas, técnicos y profesores son mucho mejores que abogados que defienden a las grandes empresas que roban a sus compatriotas, ingenieros que venden el país y ayudan a la desigualdad social y doctores que cuando a uno lo atienden toman nota en el computador de los síntomas (algo así como ir a wikipedia y ver a través de los síntomas la posible enfermedad), porque hoy ya no existen tantos abogados que se esmeren en ayudar a quienes no pueden llevar a cabo juicios contra quienes los aplastan, ni ingenieros que ayuden a tratar de repartir la torta económica entre todos, ni mucho menos existen doctores que realmente escuchen a sus pacientes y no se irriten porque el paciente es de fonasa.
Hace poco el titular de educación, un tipo con cara de simpático, seguidor del Opus Dei y -como sigue la tónica desde que tengo memoria- con cero experiencia en el sistema educacional chileno (aquí me refiero a hacer clases frente a 45 niños y no en una universidad privada como él acostumbraba) pero con mucha experiencia en como "cagarse" al estado anunció medidas que serían "revolucionarias" y que ayudarían considerablemente el desarrollo de la labor docente en chile. No obstante, dichas medidas siguen sólo "midiendo" la educación, no mejorándola como debería haber sido el plan en primera instancia, por lo que seguiremos teniendo escuelas segregadas sexualmente en el sector acomodado de la sociedad, alumnos provenientes de sectores vulnerables con cero motivación y que creen que la educación más que un puente es algo aburrido y que toma demasiado tiempo en comparación con vender droga o robar y seguiremos también, teniendo profesores menospreciados cuyo mejor don será la actuación que la enseñanza.

Música para degustar: "Know your enemy"