lunes, enero 4

La muerte de un ídolo


"...No quiero que me lloren
Cuando me vaya a la eternidad
Quiero que me recuerden
Como a la misma felicidad
Pues yo estaré en el aire
Entre las piedras y en el palmar
Estaré entre la arena
Y sobre el viento que agita el mar... "

Y se nos fue, perdió la madre de todas las batallas como él mismo la calificó y desde ahora sólo disfrutaremos de sus discos, así como lo hemos hecho una y otra vez en cada ocasión que una noticia así nos golpea. Se nos fue el "Gitano", el que hizo a mis padres disfrutar sus mejores años y al que a mi -sin querer queriendo- inspiró a muchas de mis bandas favoritas. Claro, eso hasta hace poco cuando empecé a abrir mis oídos a música que va mucho más allá de tipos con pelo largo, jeans desgastados y actitud rebelde. Sandro fue el tipo que me demostró que los rockeros también pueden cantarles a las mujeres sin dejar de agradecer el hecho de que un poco de distorsión puede cambiarte la vida. De hecho, de cierta forma creo que tenemos algo en común, un sentimiento hacia el mejor movimiento de todos los tiempos y la influencia que causa el mismo sobre nosotros. Sandro lo definió algo así "Gracias al rock dejé las calles, las navajas y las cadenas y agarré una guitarra. Dejé la campera de cuero y las pandillas. El rock me salvó de que fuera quizás un delincuente".
Te fuiste un 4 de enero, el día que leí en los diarios que necesitaban 40 dadores de sangre porque tu salud no andaba bien pero que a la vez siempre reportaban de cierta manera que te ibas a mejorar, el día en que pensé que si volvías a tocar invitaría a mis padres a verte cantar. Algunos sueños simplemente no se pueden hacer realidad.
Descansa en paz Sandro.

Música para degustar: "Una muchacha y una guitarra"