Cuando era chico una sola vez tuve que andar con zapatillas rotas. Fue porque solía hacerlas pedazos jugando a la pelota y porque mis viejos en aquella época no podían comprarme zapatillas todo el tiempo que era necesario por mis "Patitas de fuego". Recuerdo que me traumé de aquella experiencia y nunca más traté mal mis zapatillas y si tenía que jugar a la pelota trataba de casi no pegarle fuerte...como si eso ayudara a que las zapatillas no se rompieran.
De castigo por romperlas aquella vez me compraron unas zapatillas tigre de lona negras con una raya roja, unas zapatillas que para la época eran usada por casi todo el mundo, pero yo las odiaba con todo mi ser y que me producían demasiada rabia salir a la calle usándolas.
Aquel día que se me vieron los calcetines jugando a la pelota (igual no importaba tanto porque nadie miraba las zapatillas, todos estaban pendientes de la pelota) me dio vergüenza, creo que es la vez que más he sentido vergüenza en mi vida, pero mirándolo todo con detención me ayudó demasiado a ser quién soy. No soy de los que gastan su dinero en ropa ni me muero por conseguir algo cuyo único uso es tenerlo puesto. Prefiero gastar mi plata conociendo cosas nuevas, compartiendo con gente que quiero o simplemente comprarle algo a mi pieza que comprarme algo que 10 mil tipos más tienen, ya que el síndrome falabella ha llegado a todos y cada cosa que compras viene dentro de un stock de 150.000 productos exactamente iguales. Además, es típico que en la calle te topas con alguien que tiene el mismo pantalón, chaleco o polera que la tuya, como me pasó ayer con el chaleco que esta semana me compré.
El otro día mientras estaba en falabella me acordaba cuando era chico y mis viejos me compraban ropa 3 veces al año y siempre en la misma fecha, donde me vestían de pie a cabeza e incluyendo zapatillas. Las 3 ocasiones eran mi cumpleaños, el 18 y la navidad...como si al viejito pascuero le importara tu presentación personal ¡jajaja!
Ese mismo día vino mi hermana a casa y dijo que ella en su adolescencia sólo compraba en el "Persa Estación", aquel lugar épico de las compras familiares hace unos 10 o 12 años atrás y donde aún te persiguen para que le compres si tienes la mala idea de meterte en alguno de esos locales. Ahí comencé a pensar de todo lo que había pasado de ahí hasta ahora y como la familia cambió el persa por la multitienda y como cambié mis "Dolphito" con olor a alguna fruta o con luces por las "Chuck Taylor" y por como mis viejos, que en su juventud tenían sólo un par de zapatillas con suerte o un sólo jeans ahora podían comprar la ropa necesaria como para hoy en día haber vestido a todos sus hermanos cada uno, un número que no es poco considerando que tengo 12 tíos en total.
Definitivamente era más feliz en esos tiempos, aunque tuviese que usar todos los días un chaleco gris con rombos verdes (otro trauma de infancia y en donde cada vez que me sacaban fotos salgo con ese maldito chaleco), jugar a la pelota con zapatillas rotas con mis amigos, viendo al profesor rosa el día sábado mientras esperaba que pasara el calor del día para salir a jugar, cuando con mi hermana peleábamos creyéndonos los próximos protagonistas de "Retroceder nunca rendirse jamás", cuando tenía que pasar días y días aprendiéndome las tablas de multiplicación (¡Dios como me costó aprendérmelas!) y cuando mi mejor amigo vivía sólo a 2 casas de la mía...ahora ni siquiera sé si está vivo y si lo viera no tendría nada que hablar, han pasado 10 años de que se fue y me dejó solo (nunca más volviste a venir a mi casa ¡Si te viera te lo recriminaría porque tú si sabias llegar a mi casa, yo no a la tuya!) y sencillamente tomamos rumbos tan diferentes como los enganches que hacíamos jugando a la pelota, cuando tú jugabas de 10 y yo de 8, cuando éramos los tipos más cabrones para manejar los equipos y algunos decían que teníamos algo de futuro como futbolistas, aunque ninguno al final terminó siéndolo...creo que era feliz también jugando atari, comprando chocolates de 5 pesos y comiendo los verdaderos "Choco Panda".
Crecí y saludé la triste adultez. Hoy casi tengo 23 años pero algo de feliz soy, al menos sé que hay harta gente que me quiere y quiere lo mejor para mi, no como antes que cada persona que me protegía la encontraba malvada por no dejarme hacer lo que quería. Además, ya llegará el día en que sienta nostalgia de lo que vivo hoy.
PD: Hoy si usaría unas zapatillas tigre, por eso les rindo tributo con la fotografía ¡Cuesta demasiado encontrarlas!
"Todas las mañanas que viví
Todas las calles donde me escondí
El encantamiento de un amor
El sacrificio de mis padres
..."
De castigo por romperlas aquella vez me compraron unas zapatillas tigre de lona negras con una raya roja, unas zapatillas que para la época eran usada por casi todo el mundo, pero yo las odiaba con todo mi ser y que me producían demasiada rabia salir a la calle usándolas.
Aquel día que se me vieron los calcetines jugando a la pelota (igual no importaba tanto porque nadie miraba las zapatillas, todos estaban pendientes de la pelota) me dio vergüenza, creo que es la vez que más he sentido vergüenza en mi vida, pero mirándolo todo con detención me ayudó demasiado a ser quién soy. No soy de los que gastan su dinero en ropa ni me muero por conseguir algo cuyo único uso es tenerlo puesto. Prefiero gastar mi plata conociendo cosas nuevas, compartiendo con gente que quiero o simplemente comprarle algo a mi pieza que comprarme algo que 10 mil tipos más tienen, ya que el síndrome falabella ha llegado a todos y cada cosa que compras viene dentro de un stock de 150.000 productos exactamente iguales. Además, es típico que en la calle te topas con alguien que tiene el mismo pantalón, chaleco o polera que la tuya, como me pasó ayer con el chaleco que esta semana me compré.
El otro día mientras estaba en falabella me acordaba cuando era chico y mis viejos me compraban ropa 3 veces al año y siempre en la misma fecha, donde me vestían de pie a cabeza e incluyendo zapatillas. Las 3 ocasiones eran mi cumpleaños, el 18 y la navidad...como si al viejito pascuero le importara tu presentación personal ¡jajaja!
Ese mismo día vino mi hermana a casa y dijo que ella en su adolescencia sólo compraba en el "Persa Estación", aquel lugar épico de las compras familiares hace unos 10 o 12 años atrás y donde aún te persiguen para que le compres si tienes la mala idea de meterte en alguno de esos locales. Ahí comencé a pensar de todo lo que había pasado de ahí hasta ahora y como la familia cambió el persa por la multitienda y como cambié mis "Dolphito" con olor a alguna fruta o con luces por las "Chuck Taylor" y por como mis viejos, que en su juventud tenían sólo un par de zapatillas con suerte o un sólo jeans ahora podían comprar la ropa necesaria como para hoy en día haber vestido a todos sus hermanos cada uno, un número que no es poco considerando que tengo 12 tíos en total.
Definitivamente era más feliz en esos tiempos, aunque tuviese que usar todos los días un chaleco gris con rombos verdes (otro trauma de infancia y en donde cada vez que me sacaban fotos salgo con ese maldito chaleco), jugar a la pelota con zapatillas rotas con mis amigos, viendo al profesor rosa el día sábado mientras esperaba que pasara el calor del día para salir a jugar, cuando con mi hermana peleábamos creyéndonos los próximos protagonistas de "Retroceder nunca rendirse jamás", cuando tenía que pasar días y días aprendiéndome las tablas de multiplicación (¡Dios como me costó aprendérmelas!) y cuando mi mejor amigo vivía sólo a 2 casas de la mía...ahora ni siquiera sé si está vivo y si lo viera no tendría nada que hablar, han pasado 10 años de que se fue y me dejó solo (nunca más volviste a venir a mi casa ¡Si te viera te lo recriminaría porque tú si sabias llegar a mi casa, yo no a la tuya!) y sencillamente tomamos rumbos tan diferentes como los enganches que hacíamos jugando a la pelota, cuando tú jugabas de 10 y yo de 8, cuando éramos los tipos más cabrones para manejar los equipos y algunos decían que teníamos algo de futuro como futbolistas, aunque ninguno al final terminó siéndolo...creo que era feliz también jugando atari, comprando chocolates de 5 pesos y comiendo los verdaderos "Choco Panda".
Crecí y saludé la triste adultez. Hoy casi tengo 23 años pero algo de feliz soy, al menos sé que hay harta gente que me quiere y quiere lo mejor para mi, no como antes que cada persona que me protegía la encontraba malvada por no dejarme hacer lo que quería. Además, ya llegará el día en que sienta nostalgia de lo que vivo hoy.
PD: Hoy si usaría unas zapatillas tigre, por eso les rindo tributo con la fotografía ¡Cuesta demasiado encontrarlas!
"Todas las mañanas que viví
Todas las calles donde me escondí
El encantamiento de un amor
El sacrificio de mis padres
..."
2 comentarios:
uyyy!! que nostalgia!! me has hecho recordar muchas cosas de mi infancia también...sniff....y ya voy a cumplir 28...q rápido pasa el tiempo....
igual nunda me ganaste en los desafios de "Retreoceder nunca rendirse jamás" jajaja puta la película viejaaaaaaa jajaja
Besitos Bro...Yubi
A veces te gané pero recuerda que tú eras más vieja, por eso tenías más fuerza ese tiempo jajaj!!
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