lunes, febrero 1

$630


-"$630. Eso vale, ni más ni menos".
-"Toma".
Abrió su mano y ahí estaban las monedas. Sobre esa palma que ya de a poco comienza a demostrar que los años pasan y cuya piel áspera también demuestra la cantidad de años ejerciendo el mismo trabajo.
El sueño se desvaneció y luego las lágrimas comenzaron a recorrer sobre esa cubierta de piel poco acostumbrada a la demostración física de cuando algo duele, aunque curiosamente no era una dolencia física, sino más bien emocional que era aún más difícil de percibir por ojos de extranjeros.
El día continuó y poco después en las noticias anunciaban que dos enormes cuerpos se encontraban dando vueltas -y aunque haya sido involuntaria su búsqueda- se encontraron en calles pérdidas que rara vez muestran su utilidad a quienes no viven, trabajan o transitan por ahí.
La tomé de la mano mientras buscaba alimento, ya era hora del té.
Mientras buscábamos encontramos todo tipo de personajes, historias y los vendedores, esos vendedores que acostumbran a parar la olla con artículos relacionados o no con el evento que suscita a tan ferviente audiencia. Y ahí estamos caminando, sin saber hacia dónde y olvidando de súbito el motivo, aunque con los vidrios oscuros escondo la verdadera dirección de mi vista, que apunta al vendedor que vende algo poco o nada relacionado con lo que se ve, huele o escucha. No importa, él debe tener dinero si o si, sin importar si es para comer él, su familia o simplemente beber vino en caja en una noche calurosa.
El tiempo comienza a transcurrir y sin importar que ese reloj esté o no a la hora, recordamos que si bien no es la hora que indica, no está del todo equivocado, pues en algún lugar del mundo esa es la hora y al menos acá, donde nuestros pies tocan el piso, está correcto 2 veces al día. Nada mal para una creación humana.
Despegamos nuestras manos, dedo por dedo y cerramos todo con un beso, mientras el calor de la tarde provoca querer correr a donde el agua brota como polen en primavera. El beso es tibio, suave y a pesar de no ser breve, así lo siento. Algunas cosas simplemente no duran lo que queremos que lo hagan pensé mientras las 4 ruedas se deslizaban sobre la cubierta de asfalto en calle San Ignacio.

Música para degustar: "Don't go away"

Para L y A.

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