Cada vez que fumo un cigarrillo en la noche salgo a mi patio a mirar las estrellas. Desde niño me maravillo al observarlas y más aún cuando observo algo fuera de lo común moverse entre aquellas hermosas luces resplandecientes que parecen observarlo todo.
Las primeras estrellas que aprendí a identificar fueron las 3 marías, aquellas que siempre marcan mi norte y me sonríen mientras me llenan la cara de luz. Fueron las que mis papás me enseñaron a recordar y las que creo, muchos de nosotros siempre miramos por una razón u otra. Después de las 3 marías, aprendí a ver la osa menor y ahí se acabó mi conocimiento...jamás aprendí a identificar el resto. Digamos que prefiero simplemente llamarlas estrellas, porque creo que todas son igualmente hermosas y todas de igual forma merecen reconocimiento, sin contar que para tantas estrellas que existen debe haber la misma cantidad de nombres y no existe la memoria sin fragilidad.
Sencillamente el universo me parece perfecto tal como es, incluyendo sus riesgos y su belleza indescriptible y si bien nunca quise ser astronauta me gustaría algún día poder tocar (Literalmente) con las manos una estrella y sentir que pude llegar al punto que siempre observé desde mi patio. No obstante, más de una vez he oído aquello de que quizá un buscador nunca llega a destino y que su vida entera pierde sentido en el momento de la agonía mientras se da cuenta que la vida no le alcanzó para cumplir lo que quiso o buscó.
Mis sueños hoy en día son variados y ya descarté tocar con mis manos una estrella por razones obvias que van desde el estado físico hasta psicológico y por los cuales la Nasa me expulsaría de cualquier opción. Pero al menos siguen en pie otros, como viajar, escribir un libro o tener algún día una familia y ser un buen padre.
Tal vez existen sueños que sencillamente son irrealizables y que ni siquiera los hombres creyéndose dioses son capaces de hacerlos realidad...y más cuando sigo siendo un ser humano común y corriente.
Música para degustar: "Watching The Wheels" (John Lennon)
Las primeras estrellas que aprendí a identificar fueron las 3 marías, aquellas que siempre marcan mi norte y me sonríen mientras me llenan la cara de luz. Fueron las que mis papás me enseñaron a recordar y las que creo, muchos de nosotros siempre miramos por una razón u otra. Después de las 3 marías, aprendí a ver la osa menor y ahí se acabó mi conocimiento...jamás aprendí a identificar el resto. Digamos que prefiero simplemente llamarlas estrellas, porque creo que todas son igualmente hermosas y todas de igual forma merecen reconocimiento, sin contar que para tantas estrellas que existen debe haber la misma cantidad de nombres y no existe la memoria sin fragilidad.
Sencillamente el universo me parece perfecto tal como es, incluyendo sus riesgos y su belleza indescriptible y si bien nunca quise ser astronauta me gustaría algún día poder tocar (Literalmente) con las manos una estrella y sentir que pude llegar al punto que siempre observé desde mi patio. No obstante, más de una vez he oído aquello de que quizá un buscador nunca llega a destino y que su vida entera pierde sentido en el momento de la agonía mientras se da cuenta que la vida no le alcanzó para cumplir lo que quiso o buscó.
Mis sueños hoy en día son variados y ya descarté tocar con mis manos una estrella por razones obvias que van desde el estado físico hasta psicológico y por los cuales la Nasa me expulsaría de cualquier opción. Pero al menos siguen en pie otros, como viajar, escribir un libro o tener algún día una familia y ser un buen padre.
Tal vez existen sueños que sencillamente son irrealizables y que ni siquiera los hombres creyéndose dioses son capaces de hacerlos realidad...y más cuando sigo siendo un ser humano común y corriente.
Música para degustar: "Watching The Wheels" (John Lennon)
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